Libro X Capítulo IV


De lo que el duque de Arcos hizo en prosecución desta guerra hasta que volvió a Ronda

Ganado el fuerte de Arboto, el duque de Arcos dio licencia al corregidor de la ciudad de Málaga para que se fuese, con orden que corriese la tierra, y con el resto del campo pasó a Istán a 22 días del mes de setiembre, porque le pareció conveniente dejar presidio en aquel lugar, donde podría ser fácilmente proveído de la ciudad de Marbella y de la de Málaga. Aquel día envió cuatro compañías de infantería divididas, sin banderas ni atambores, a correr la sierra, hacia donde pareció que podrían estar los moros; las tres dellas les quemaron tres barcas grandes que tenían hechas para pasar a Berbería, y mataron algunos; y la otra, que iba con el capitán Morillo, a quien mandó que corriese el Río Verde, no guardando la orden que llevaba, fue a dar con la gente del Melehi, no lejos de Monda, en un cerro que los de la tierra llaman Alborno, y siendo inferior, fueron desbaratados los nuestros. El capitán se vino retirando hasta llegar a vista de Istán, tan cerca del campo, que se oyeron los arcabuces y escopetas; y el Duque, sospechando lo que era, envió a Pedro de Mendoza a que le socorriese; el cual llegó a descubrir los enemigos, y contentándose con recoger algunos de los soldados que venían huyendo, no quiso pasar adelante, temiendo alguna emboscada.
El capitán Morillo, que con calor del socorro había dado vuelta sobre los moros, murió peleando, y con él la mayor parte de su gente. En el mesmo tiempo el capitán Francisco Ascanio, a quien Arévalo de Zuazo había dejado en Monda para que fuese a correr la tierra en compañía de los de Alora, codicioso de hacer alguna buena presa, sin aguardarle, con solos sesenta soldados y el alcaide de la fortaleza, que quiso acompañarle, fue la vuelta de Hojen; y cerca del puerto que está sobre aquel lugar fueron los moros en ellos, y matándole a él y al alcaide y más de treinta soldados, escaparon huyendo los otros. También desbarataron una compañía de cien hombres de Jerez de la Frontera, que enviaba el duque de Arcos a que hiciese escolta a un correo que iba desde Istán a Monda, para que de allí fuese con despachos a su majestad; y matando algunos soldados, tuvo lugar de favorecerse el correo en Monda. El Duque pues, viendo que hacia aquella parte estaba el golpe de los enemigos, envió orden a Arévalo de Zuazo que con la gente de Málaga y Vélez volviese a Monda, escribió a don Sancho de Leiva que le enviase ochocientos soldados de los de Galera, y envió ir Pedro Bermúdez por la gente de Ronda, y él con la que había quedado en el campo fue a esperarlos en Monda, y habiéndose juntado todos, partió para Hojen. En el camino le encontró don Alonso de Leiva, hijo de don Sancho de Leiva, con los ochocientos soldados. Entendiose que los moros esperarían una legua de allí, y mandando a Pedro Bermúdez que con mil arcabuceros tornase a la mano izquierda, y que don Alonso de Leiva fuese derecho a Hojen por un monte que llaman el Negral, con toda la otra gente caminó él hacia el Corvachin, tierra de grande aspereza y espesura; y con esta orden llegaron todos a un tiempo a Hojen, donde habían estado los moros; y no los hallando, fueron calando la sierra hasta llegar a vista de la Fuengirola, sin hallar más que rastros de gentes a diferentes partes, porque los moros se habían esparcido a la parte de las sierras. Y como no hubiese qué hacer, don Alonso de Leiva se volvió con su gente a las galeras, y Arévalo de Zuazo fue corriendo la tierra de Málaga, dejando orden a Gabriel Alcalde de Gozón, vecino de Cazarabonela, hombre diferente y cuidadoso del servicio de su majestad, para que, recogiendo gente de aquellos lugares, anduviese a la mira por las caras de Río Verde, por si algunos moros reventasen hacia aquella parte, poderlos oprimir; el cual con veinte caballos y cantidad de peones anduvo asegurando la tierra, y hizo algunos efetos de importancia, siendo muy prático en ella. Habiendo estado el duque de Arcos algunos días en Monda, porque llovía mucho para tener la gente en campaña, dejó presidios en Calaluy, Istán, Monda, Tolox, Gnaro, Cartágima y Jubrique, y fue a Marbella, y de allí a Ronda, a esperar orden de su majestad para lo que adelante se había de hacer, donde estuvo a 5 días del mes de otubre. Volvamos al campo del Comendador mayor, que dejamos en la Alpujarra.